Son plantas que nos ofrecen gran brillantez, colorido e imagen decorativa durante su época de floración, principalmente en primavera; pero generalmente, éstas mueren y desaparecen a mediados de verano.
Algunas plantas bulbosas son muy apreciadas también por su tamaño, formas exóticas o por su suave perfume. La floración de las bulbosas es de vivos, variados y atractivos colores que comprenden toda la gama del rojo, azul, rosa, blanco, amarillo, morado, etc.
La mayoría de las bulbosas se plantan a finales de verano o a principios de otoño; sin embargo, Liliwn y Fritillaria se plantan en pleno verano.
Deben elegirse los bulbos de primera calidad y plantarse en terrenos ricos, esponjosos y bien drenados. Si los suelos son pobres, deberán mejorarse o enmendarse con la adición de abonos para bulbos.
La profundidad idónea para plantar los bulbos depende del tipo de bulbo y de la case de tierra, aunque generalmente, se suelen plantar en tierra ligera a una profundidad de dos veces la altura del bulbo. La base de este hoyo será siempre horizontal, para que las raíces del bulbo estén en pleno contacto con la tierra.
Después de florecer, no debe cortarse el follaje prematuramente sino que es necesario esperar a que sus hojas se sequen y mueran; entonces se sacarán los bulbos cuidadosamente, se limpiarán separando los bulbillos que tengan adheridos, y se guardarán en un recipiente de madera o metálico que se colocará en un lugar seco y aireado, hasta que llegue el momento de la plantación.
Las plantas bulbosas se pueden desarrollar satisfactoriamente en macetas, jardineras, cuencos, etc., siendo muy utilizadas para la ornamentación de terrazas y balcones. También pueden emplearse en la decoración de jardines de rocalla, entre arbustos, formando macizos, borduras, etc.
Las plantas bulbosas no requieren mucha agua, ya que el exceso de riego puede producir la putrefacción del bulbo. Necesitan, igualmente, exposiciones bien soleadas y despejadas para favorecer al máximo su floración.
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