lunes, 11 de mayo de 2009

III. ANIMALES E INSECTOS DAÑINOS PARA LAS PLANTAS

Existen infinidad de insectos de diversas familias y subfamilias perjudiciales para las plantas, pues una invasión de éstos puede causar graves daños en las raíces, tallos, flores y frutos. Exponemos a continuación y por orden alfabético los principales enemigos de las plantas.

Alacrán cebollero

Del orden de los ortópteros, es un insecto de vida subterránea que solamente aparece por la noche en la superficie de la tierra en busca de insectos, generalmente después de una lluvia o riego. Estos animales destrozan, al abrir sus galerías por la tierra, las raíces de las plantas, los bulbos y los tubérculos, causando graves daños a todos los planteles. El alacrán cebollero se elimina fácilmente con cebos envenenados que deben esparcirse por el suelo al atardecer, principalmente después de una lluvia o riego,

Arañas rojas.

Son insectos muy pequeños, casi imperceptibles a la vista y con cuatro pares de patas y de color rojo o amarillo verdoso. Se reproducen con gran rapidez por medio de huevos, que depositan las hembras en la parte posterior de las hojas. El ataque de este insecto se inicia en primavera y verano, viéndose muy favorecido en períodos de sequía o cuando el tiempo es caluroso y seco, y, limitándose por causa de la humedad. Estos animales atacan únicamente al envés de las hojas, picando y extrayendo el alimento de la planta. Su presencia se advierte por diversas manchas de color amarillo-grisáceo en la parte superior de la hoja, y en el envés por una sutil y fina telaraña rojiza o amarillo verdosa que tejen estos ácaros. Las plantas afectadas por esta plaga presentan un aspecto débil y enfermizo, con floraciones escasas. Las hojas fuertemente atacadas adquieren una coloración amarillo-metalizado por causa de la pérdida de la clorofila, se enroscan, se secan y, finalmente, se caen. Estos insectos deben combatirse con verdaderos acaricidas ya que los insecticidas son en su mayoría inocuos a las arañas rojas. Esta enfemedad se produce generalmente en los claveles, rosales y geranios.

Babosas y caracoles. Gasterópodos

Desde primavera hasta octubre, las babosas y caracoles se reproducen por huevos que son depositados en el interior de la tierra; más tarde, eclosionan ya los huevos, estos animales crecen rápidamente dando lugar a su vez a nuevas generaciones. Tanto los caracoles como las babosas atacan únicamente a los vegetales a la llegada del buen tiempo si éste es húmedo, es decir si se ve favorecido por lluvias o fuertes rocíos. Estos animales permanecen en la tierra durante el día, excepto con tiempo nublado, y devoran las plantas durante la noche. Los síntomas de esta invasión son huellas de babas en las flores y zonas comidas en las hojas, pudiendo ser devoradas en su totalidad las plantas herbáceas y jóvenes.

Los caracoles y babosas se combaten por medio de cebos envenenados o helicidas, que deben aplicarse preferentemente al atardecer o por la noche. La aplicación deberá repetirse, si las babosas han comido todo el helicida. Casi todas las plantas herbáceas y especialmente las petunias son atacadas pe estos animales.

Cochinillas

Son insectos de limitada movilidad que se adhieren en las partes leñosas, tallos y envés de las hojas. Existe un gran número de especies que presentan diversos aspectos, aunque todas las cochinillas poseen una característica común, puesto que segregan una substancia cerosa que al contacto con el aire se endurece, formando con ellas, una especie de escudo que las protege de los productos insecticidas. Las cochinillas pueden agruparse en tres importantes grupos:

COCHINILLAS CON ESCUDO (Diaspinos). Este tipo de cochinillas permanecen fijas en la planta y tienen un escudo alargado en forma de coma, que se separa con facilidad, encontrándose debajo de él al insecto.

COCHINILLAS CON DORSO ENDURECIDO (Lecani-nos). Este grupo no tiene caparazón, e¡ falso escudo que presenta esta clase de cochinillas no se puede separar del insecto, ya que es su propia piel endurecida. Normalmente estas cochinillas son mayores que las anteriores y de forma más redondeada.

COCHINILLAS ALGODONOSAS (Pseuáococcinos). Este grupo no lleva ninguna clase de escudo endurecido, segrega una especie de substancia cérea. Estas cochinillas, al contrario que las anteriores, no permanece fija en la planta, trasladándose sobre ella.

Todos estos insectos se reproducen mediante huevos que se encuentran en el interior del escudo. Nacidas las larvas, éstas se trasladan por la planta diseminando la especie, ya que las hembras adultas permanecen fijas. Las cochinillas son insectos chupadores que se alimentan de la savia de las plantas, produciendo con sus picadas, la detención del crecimiento y la debilitación y deformación de los vegetales, causándoles en ocasiones su muerte. Además estos animales producen, al igual que el pulgón, secreciones dulces que atraen y sirven de asiento a los hongos, los cuales agravan las lesiones producidas por las cochinillas. Estos insectos deben combatirse de una forma eficaz por medio de insecticidas sistémicos, que se aplicarán en las partes dañadas, principalmente en el envés de las hojas. Esta enfermedad ataca generalmente a las adelfas, filodendro, kentia, limoneros, naranjos, cactus, paluráceas, etc.

Cochinillas de la humedad

Son crustáceos terrestres con cuerpo oval de dos centímetros de longitud aproximadamente, dotado de siete pares de patas y de color pardo, gris, rosa y hasta negro según la especie. Su nombre procede de la gran predilección que tienen estos parásitos por la humedad, desarrollándose satisfactoriamente en ella las larvas que han sido inoculadas por huevos. Generalmente se instalan en escondrijos sombreados y húmedos, bajo las piedras o entre la vegetación densa y durante el día permanecen ocultos. Estos crustáceos aunque normalmente se alimentan de materia orgánica en descomposición, pueden dañar en ocasiones las plantas, comiendo las partes de ésta que se encuentran a nivel del suelo, principalmente ¡a base del tallo, hojas nuevas, raíces y bulbos. Aunque los daños que originan no son muy graves, un número abundante de cochinillas puede perjudicar seriamente a la planta. El cuadro de daños es similar al producido por los caracoles y babosas, aunque estos crustáceos no dejan huellas de babas. Es aconsejable combatirlos con un elicida en forma granulada que se aplicará cerca de las zonas atacadas. Las principales plantas atacadas por estos crustáceos son: las herbáceas, anuales y bianuales y todas aquellas que precisen mucha humedad en la tierra.

Escarabajos. Los coleópteros

Existen gran cantidad de especies de escarabajos con distintas formas y tamaños, que pueden ser muy perjudiciales a las plantas, ya que las atacan durante todas sus fases metamórficas. Estos insectos se reproducen por medio de huevos, y en su fase de larvación presentan un cuerpo semicircular, de tres a cuatro centímetros de longitud, grueso y de color blanco con la cabeza más oscura. Estas larvas permanecen en la tierra durante algunos años, máximo cuatro, y se alimentan normalmente de la parte subterránea de las plantas, es decir, de raíces, bulbos, tubérculos, etc., provocando graves daños a causa de su enorme voracidad. La planta atacada ofrece un aspecto mustio aun después de haber sido regada o bien se muere sin ninguna razón aparente, aunque después comprobemos que su muerte se deba al desequilibrio producido por la pérdida de sus raíces, devoradas por el gusano blanco. Muchas especies atacan también en su fase adulta, dañando las hojas, flores, frutos y hortalizas. Las zonas perjudicadas se manifiestan por mordiscos dados a las hojas, destrucción de las flores antes de abrirse, etcetera. Los escarabajos, dado que son insectos de tipo masticador, se eliminan muy eficazmente con insecticidas «V de ingestión, ya que éstos causan su muerte por envenenamiento al ingerir las plantas tratadas. También pueden combatirse con insecticidas de contacto. Generalmente las plantas dañadas por los escarabajos son las herbáceas y las plantas jóvenes.

Hormigas

Estos insectos no causan ningún perjuicio a las plantas; no obstante, su peligrosidad reside en sus costumbres, ya que les gusta mucho la melaza que segregan los pulgones, dando lugar a que lleven a otros lugares las infecciones de éstos. Igualmente al hacer sus galerías, . producen un movimiento de tierra que puede dejar al descubierto las raíces de las plantas; causando también desniveles en los parterres y retirando las semillas de los campos. Por todas estas razones, las hormigas deben ser objeto de persecución combatiéndolas con insecticidas en polvo que se esparcirán principalmente sobre sus nidos y sus caminos.

Mariposas y mariposillas

Forman un amplio número de especies de metamorfosis complicada, todas ellas peligrosas en su fase larvaria, de oruga, e inofensivas en su estado adulto, mariposas. Ciertas orugas pueden ser de costumbres nocturnas y otras de hábitos diurnos, es decir, que cumplen su actividad durante el día. Las que poseen piezas bucales masficadoras son las más peligrosas de todas. Los daños que pueden causar este tipo de animales es muy variable. Algunas orugas viven siempre en la tierra y se alimentan de raíces, tubérculos, y bulbos; sin embargo, otras emergen de la tierra durante la noche y comen tallos jóvenes, hojas, frutos, etc. Otros insectos atacan a las hojas y penetran en el interior de ellas, de los tallos y de los frutos produciendo graves daños. Como la mayoría de estos insectos poseen una gran voracidad, su ataque puede ser muy grave, llegando a arrasar en poco tiempo la mayor parte de los vegetales en una terraza o jardín. Normalmente las orugas se combaten fácilmente, aplicando insecticidas de contacto o de ingestión; sin embargo, las orugas que penetran en el interior del tallo abriendo galerías deben combatirse inoculando en dicho tallo gotas de sulfuro de carbono.

Mosca blanca. Los homópteros

Este insecto constituye una verdadera y extensa plaga dentro de ios invernaderos, y pertenece a la misma familia de las cochinillas y de los pulgones. Es un insecto pequeño, de color blanco, de 15 centímetros de longitud aproximadamente y su cuerpo está formado por cabeza, tórax, dos cortas antenas, abdomen, tres pares de patas y dos pares de alas. Se multiplica por medio de huevos que las hembras depositan en la parte inferior de las hojas. Incubadas y nacidas las larvas de color verde amarillento, éstas son muy parecidas a las cochinillas. Las moscas blancas aparecen en el envés de las hojas formando colonias muy densas, y con sus picadas provocan la caída prematura de éstas, en las cuales han aparecido manchas de color amarillento y paulatinamente han perdido su vigor hasta producir su muerte. Al igual que los pulgones y las cochinillas, estos insectos producen unas secreciones azucaradas que sirven de asiento a diversos hongos, los cuales agravan más las lesiones producidas por la mosca blanca. Esta plaga puede combatirse de una forma rápida con insecticidas sis-témicos que deben aplicarse principalmente en la parte inferior de las hojas. Las moscas blancas atacan generalmente al rosal, fucsia y hiedra, entre otras.

Los nemátodos

Estos microscópicos animales viven normalmente en la tierra, aunque algunas especies pueden dañar las partes aéreas de las plantas. Son animales que se desarrollan únicamente en ambientes y terrenos húmedos, perjudicándoles los suelos secos o de naturaleza árida. Los síntomas que presentan las plantas atacadas por los nemátodos son, manchas negras en las hojas a la vez que engrasadas y abarquilladas, reducción de los tallos y endurecimiento de sus puntas, dificultad en la floración, y, en general, un enanismo o raquitismo completo de la planta. Estos minúsculos gusanos poseen una extraordinaria voracidad por los órganos subterráneos de las plantas. Una gran infección de éstos causan la imposibilidad de cualquier tipo de cultivo. Por esta razón estos parásitos de vida subterránea únicamente se pueden eliminar por medio de la desinfección total del suelo con insecticidas sis temióos, o según el caso, aplicando insecticidas en la parte aérea de la planta.

Pulgones

Existen numerosas especies de estos insectos con diversas formas y colores. Generalmente se caracterizan por sus dos largas antenas y tres pares de patas, poseyendo los machos dos pares de alas. Sus colores varían entre el verde, amarillo, blanco, negro, rojizo, etc. Normalmente los pulgones no pueden soportar las bajas temperaturas invernales, muriendo todos ellos cuando empiezan los primeros fríos; sin embargo, los huevos pueden invernar, perpetuando la especie y dando lugar en primavera a nuevos insectos hembras, que pueden poner a una velocidad extraordinaria una multitud de huevos sin necesidad de la cópula con el sexo opuesto, es decir, por «partenogénesis». Estos insectos forman, durante la primavera y el verano, densas colonias que aparecen en el envés de las hojas, sobre los tallos tiernos y también en los capullos de flor. Su proliferación se ve favorecida por el ambiente cálido y la sequía. Todas las clases de pulgones producen enormes daños a las plantas, ya que a causa de sus picadas las hojas se encrespan y abarquillan, los tallos y brotes se retuercen, y en general, el desarrollo de la planta se paraliza por completo causando en ocasiones su muerte. Además los pulgones segregan una especie de mezcla azucarada que atrae a las hormigas y constituyen un medio excelente para la germinación de diversos tipos de hongos, especialmente la negrilla, que agravan los daños producidos por estos insectos. Los pulgones más peligrosos son los que transmiten el virus por medio de su picada, causando la enfermedad infecciosa y totalmente incurable, conocida por el nombre de virosis. Debido a todas estas razones, los pulgones deben combatirse tan pronto se observen los primeros insectos, antes de que puedan producirse en progresión geométrica, con insecticidas que actúen por contacto o por asfixia. No obstante, algunas clases de pulgones, y especialmente los que recubren con una especie de lana o algodón, se eliminan más eficazmente con insecticidas sistémicos, que envenenan la savia. Los pulgones atacan a una infinidad de plantas, entre ellas las vivaces, petunias, geranios, hiedras, rosales, dalias, etc.

Thrips

Son insectos muy pequeño que no llegan a alcanzar los 2 milímetros de longitud. Están dotados de gran movilidad y son de color amarillo, pardo y hasta negro. Su cuerpo está compuesto por cabeza, dos antenas, protórax, abdomen, tres pares de patas y dos pares de alas provistas de pelos en sus bordes. Durante su estado adulto hibernan a escasa profundidad del suelo, despertando en primavera y reproduciéndose mediante huevos por partenogénesis o por vía sexual según las especies. Las hembras depositan sus huevos en la cara inferior de las hojas y una vez nacidas las larvas, estas atacan las flores y las hojas, apareciendo en ellas manchas brillantes de tonalidad blanca o amarilla y excrementos de color negro; produciéndose más tarde el aborto de las flores y la caída prematura de las hojas. Estos insectos se eliminan difícilmente debido a que durante el día ? se esconden entre la tierra y también a su reducido i tamaño. Para combatir y controlar estas plagas es conveniente aplicar en el atardecer insecticidas en las partes dañadas, aunque son más eficaces los sistémicos. Las i plantas principalmente dañadas por estos insectos son: los gladiolos, claveles, rosas, iris, lirios, ciclámenes, fucsias y en invierno pueden atacar también los bulbos aluracenados.

IV. ENFERMEDADES NO PRODUCIDAS POR PARASITOS

Las plantas no padecen únicamente enfermedades producidas por hongos o por insectos, también sufren otros males de origen fisiológico o patológico, cuyos síntomas son difíciles de diagnosticar e igualmente de controlar. La enfermedad de este tipo más característica es la clorosis.

Clorosis

La pérdida de la clorofila produce esta enfermedad, por este motivo se la denomina «clorosis». Sus causas pueden ser muy diversas, como la ausencia de hierro, la carencia total o agotamiento de los micronutrientes o minerales secundarios, y, fundamentalmente por el exceso de carbonato de calcio. La clorosis endémica viene provocada, en ocasiones, por la carencia de sustancias nutritivas en la tierra, a causa de no cambiar periódicamente la tierra, falta de abonados y riegos frecuentes. Las plantas atacadas por la clorosis mueren al poco tiempo por inanición, debido a que se ven imposibilitadas de absorben y asimilar por sus raíces, los elementos nutritivos que contiene la tierra. Los síntomas que produce esta enfermedad son detención del crecimiento de la planta, hojas amarillentas y la caída prematura de ellas.

Para prevenir la clorosis es necesario renovar la tierra., como mínimo, cada dos años; efectuar los abonados necarios a la planta y añadir al agua de riego sulfato amoniacal o sulfato de hierro.

1 comentario:

  1. hola!

    Le compré a mi esposa un ramo de flores en el supermercado que traían unos bichitos muy pequeños, de color rojizo, y muy muy rápidos. Después de un día viéndolos por toda la casa (no tantos, pero los vimos), decidimos botar las flores a la basura. Pero aún se ve uno que otro acá. ¿Los conoces? ¿Hay maneras de sacarlos de aquí? por favor, te agradeceré me respondas a mi mail spanishaprende @ gmail . com

    ResponderEliminar